Lo normal es que se presenten varios tercetos encadenados unos con otros. En ese caso, se aprovecha la terminación del segundo (que ya no queda suelto) para rimar con el primero y el tercero de la estrofa siguiente, y así se van enganchando unos a otros, como eslabones de una cadena (ABA, BCB, CDC, etc.), como ocurre en el siguiente poema de Miguel Hernández: